Hace un rato he terminado de leer "Elogio de la lentitud" de Carl Honore.
Vivimos en un mundo en el que todo pasa rápido y si no contesta a esto:
- ¿Cuánto estamos dispuesto a esperar hasta que se carga una página web?
- ¿Cuánto tiempo esperamos antes de pitar a un coche que no ha se movido inmediatamente al ponerse el semáforo en verde?
Antes "el pez grande se comía al pequeño", ahora "el pez rápido se come al lento". Actualmente, la empresa que es capaz de adelantarse a las demás en tiempos de respuesta tiene las de ganar. Y esto se propaga a sus empleados, que son los que mueven la maquinaria.
Esta preocupación por la velocidad, por el "lo quiero para hoy" provoca malos hábitos en las personas:
- Stress por cumplir los plazos y sin cometer errores.
- Poco tiempo de descanso.
- Mala alimentación, con el riesgo de obesidad asociado.
- Consumo de drogas para mantener la claridad.
- Escasa conciliación familiar.
En Japón saben bien que el exceso de trabajo puede probocar la muerte. En Japón, la palabra "karoshi" significa "muerte por exceso detrabajo". No hace mucho, un trabajos de 26 años sufrió un ataque al corazón. Trabajaba 90 horas a la semana y el era el modelo a seguir que ponía la empresa al resto de sus empleados.
Me sentí reflejado cuando leía de la hiperactividad que nos acompaña, del siempre estar haciendo algo: leer, escuchar música, ver la televisión, haciendo deporte, ... y a veces varias a la vez.
La segunda mitad del libro trata sobre la forma de medir el tiempo a lo largo de la historia. Desde los relojes de arena o solares hasta los mecánicos de la Revolución Industrial.
En contraposición a esta carrera frenética diario ha aparecido el movimiento Slow (lento en inglés), que defiende el hacer las cosas pero sin prisas, una tarea cada vez, primando la calidad a la cantidad.
Mi calificación: 6
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